A medida que se encienden las luces navideñas, también se dispara uno de los mayores retos del año para la industria del retail: gestionar el envío masivo de pedidos online, las devoluciones post-fiestas y una creciente presión social y regulatoria para hacerlo de forma sostenible. En este contexto, la sostenibilidad en Navidad se convierte en una prueba de fuego. La campaña navideña es ya un termómetro de hasta dónde puede llegar el retail en su compromiso ambiental.
En Europa, según Eurostat, se generaron casi 80 millones de toneladas de residuos de embalaje en 2023, lo que equivale a 177,8 kilos por habitante. En fechas como la Navidad, este impacto se multiplica. Y si a eso le sumamos las devoluciones en masa tras Reyes, la huella se dispara.
El exceso de embalaje, un enemigo habitual
El auge del e-commerce y la cultura del regalo han llevado a una proliferación de envases, envoltorios y rellenos innecesarios. Muchas veces, un producto llega al consumidor envuelto en tres capas distintas. El problema va más allá de lo estético o logístico. Es un problema ambiental. Porque cada caja sobrante implica emisiones de CO2 en el transporte, recursos materiales y residuos.
Algunas grandes plataformas, como Amazon, aseguran haber reducido millones de toneladas de embalaje innecesario desde 2015, sustituyendo plásticos por papel reciclado. Pero estos esfuerzos, aunque notables, siguen siendo insuficientes si no se generalizan entre retailers medianos y pequeños.
En este sentido, el concepto de «right-sizing?» (ajustar el tamaño del envase al producto) se vuelve clave. Y también la incorporación de materiales compostables o reutilizables, como las soluciones de packaging retornable tipo “repack”.
Devolver también contamina
La otra cara de la Navidad son las devoluciones. Un fenómeno que ha crecido al calor del consumo digital y que, en el caso de sectores como la moda, puede alcanzar ratios de hasta el 40% en algunos países europeos. Muchos consumidores compran varias tallas o modelos con la intención expresa de devolver parte del pedido. Esta práctica, conocida como «bracketing», tiene un elevado coste logístico y ambiental.
El transporte inverso, la clasificación, el reacondicionamiento y, en muchos casos, la destrucción de los productos devueltos generan un impacto que suele quedar fuera del radar del consumidor. Además, muchas devoluciones no se reincorporan al stock, sino que terminan en vertederos o incineradoras.
¿Qué hacer para ser sostenible en Navidad?
Algunos retailers están apostando por estrategias como el método BORIS? («Buy Online, Return In Store”) para canalizar las devoluciones hacia las tiendas físicas y reducir así el transporte. Otros han empezado a utilizar modelos de devolución sin devolución física para productos de poco valor.
Pero hay otras soluciones que están al alcance de cualquier operador:
- Diseñar embalajes adaptados al producto, eliminando el espacio y materiales sobrantes (el modelo right-sizing).
- Usar materiales reciclables, reciclados o compostables.
- Incorporar sistemas de packaging reutilizable o retornable.
- Integrar la logística inversa en la planificación de la campaña navideña.
- Incentivar las devoluciones en tienda o el drop-off? en puntos de recogida.
- Aplicar analítica predictiva para anticipar devoluciones y reducir compras por impulso.
- Informar y educar al consumidor sobre el impacto ambiental de sus decisiones.
El verdadero cambio llegará cuando estas prácticas dejen de ser innovadoras y pasen a ser el nuevo estándar. Porque reducir el impacto de embalajes y devoluciones no es una simple cuestión operativa, es toda una declaración de intenciones.
